¿Adónde vas, sin tu nombre y con tanta prisa? eh... No llevabas tu nombre, no podía hablar con ella; Yo le hubiera prestado uno inventado, Si me preguntas a mi, Luisa, no; No la volveré a ver, Sin su nombre, no, no la volveré a ver.
Me miraba como quien se mira al espejo, Su reflejo quiso ver?
No se encontró, se fue,
No volvió, no.
Caminando con un espejo, la he visto por allí, Lo lleva al hombro, al través; Creo que lo llevaba al revés.
Al fin de cuentas, todos tenemos el
mismo sueño: llegar lo más vivos que nos sea posible, hasta el lugar de nuestro
óbito.
Carlo
Malosso.
La zanahoria ya ha soltado todo su
sabor, la sopa esta lista y caliente solo a la espera que los comensales
lleguen, y ninguno haga la pregunta de rigor: no le abras echado cebolla?
porque a mí la cebolla no me gusta, a quien tendría que responder: pues
entonces a ti, te frito un huevito.
Karlo
Zavrosso.
El tiempo lo dirá, dijo;
Pero el tiempo se acabó y no lo dijo;
Digo.
Pasó frente a mí un nombre
Curvilíneo, raudo, claro
Nombre extraviado
Que dueña distraída.
A simple oído,
Nombre de mujer de ojos negros Sombrero blanco, gafas lerdas; Va afanado el nombre, a su dueña no encuentra; Nombre sonoro, o es que canta su dueña? Se aleja, hace un extraño, Abandonó por triste a su ama? O la busca y no la encuentra? Tal vez, sólo sea un nombre, Que sólo deambula, solo. No veo a su dueña.