martes, 31 de enero de 2017

Música.

Una copa de vino tinto, una buena lectura y esta música:


https://www.youtube.com/watch?v=5-MFWDyNnpc


Salud


Karlynski Musikovsky

SOPAS PARA LA DESPEDIDA



Rosalino Carabalí acurrucado en la taza de letrina del baño del restaurante La sabrosura de Mari Carmen, ubicado en el centro del pueblo de Tiribiquí, fue interrumpido de sus necesidades escatológicas por el tumultuoso timbre de su celular. Afanosamente, Carabalí metió la mano derecha en el bolsillo izquierdo de su pantalón, que en ese momento tocaba el piso húmedo y maloliente en medio de aquel baño; Saqué el aparato y respondí al escuchar la voz que ordenaba, sin siquiera identificarme, que al final de la distancia se presentaría en la cocina para dar los últimos toques al almuerzo que se serviría como despedida de el Gobernador del Departamento, Don Hermógenes de Ortegón y Miravalles. "No he podido escapar, de servirles, a ésta banda de corruptos" pensó Carabalí y luego colgó el teléfono, tiró el papel higiénico a la papelera, se subió el pantalón de chándal, se limpió los mocos con la manga de la camisa, salió del baño y tras cruzar las puertas entró a la cocina; destapó la olla y probó la sopa carantanta hecha con carne molida, pataconcitos fritos, papas guata; aromatizado con cilantro picado y una hoja de cimarrón. Por el gesto que descubrió al abrir sus ojos saltones, la sopa de Carantanta estaba lista y lista para ser servida a los invitados. Luego metió la mano, que no se había lavado, en el fondo de la olla, con el propósito de comprobar la sal y la pimienta. La sopa se cortó de inmediato y me quedé saboreando la inmundicia, pero tal como se sirvió. El gobernador Don Hermógenes de Ortegón y Miravalles y los invitados entre los que se encontraba la flor innata del periodismo local, cucharearon con avidez hasta dejar los platos limpios. La mierda de la cocinera, entonces, asomándose por la puerta de la cocina al comedor, con una sonrisa de satisfacción entre los dientes mal lavados, se dijo: ―Ay, Dios mío..., nunca me imaginé que estuvieran esperando ¡a mí! para poder darles el toque final...




Carlos Malosso

domingo, 29 de enero de 2017

La Sopa.

Un cocinero invitado a un almuerzo, al cabo de llegar al lugar de la tal invitación, entró directo a la cocina, destapó la olla y probó la sopa; por la cara se descubrió que le pareció muy buena, entonces metió su mano asquerosa, sin haberla lavado antes, hasta el fondo de la olla, con el aparente propósito de averiguar el secreto de su sabor. La sopa enseguida se cortó y quedo sabiendo asqueroso; por supuesto después en la mesa, frente a los comensales, dada por cada quien la primera cucharada, se quedó esa sopa tal cual en los platos servida. El mierda del cocinero entonces, con una sonrisa de satisfacción entre sus dientes mal lavados, dijo, ―pensé que esperarían a que yo llegara a cocinar.

Karlo Zavrosso