Entra la esposa y la hija
a la mejor butik del centro comercial; el esposo sabiendo lo intrincado que
resulta la compra de su esposa, le dice,
-Cariño las espero
aquí fuera, estaré sentado en aquella banca
- De acuerdo
Responde comprensiva la
mujer
El
marido se distrae mirando a los transeúntes. Fija la mirada en una hermosa
negra; su estupendo cuerpo se transparenta bajo el vestido de lino color hueso;
ella se da cuenta de la mirada y sonríe coqueta cuando pasa frente a él; sin
dudarlo el hombre al ver la respuesta de la mujer le dice,
-Hola bella, me
dejas tu número de teléfono para llamarte más tarde.
- Pues sí, llámame.
Dice la mujer y le pasa un
papel con su número de teléfono.
El
hombre recibe el papel y lo guarda en el bolsillo de su camisa y sonríe a
la mujer que sigue de largo.
Pasados
pocos minutos viene por la izquierda una despampanante rubia, vestida de lycra,
que le permite exhibe sus espectaculares curvas, sin duda va de gimnasio piensa
el hombre, ella lo mira y le sonríe; el por supuesto se emociona y le llama. La
mujer se acerca y saluda,
-Hola como estas; dime?
-Pues solo quería decirte
que eres muy bella
- Eso y nada más.
- Pues no sé, ahora no sé qué
más decirte, pero si me das tu número te llamo para decir mucho más-
Ella niega con la cabeza y
dice,
-Mejor dame tu número, y
yo te llamo cuando salga de gim.
-claro que sí, llámame.
Presuroso le dicta su
número. Ella lo anota en su celular y se despide levantando la mano,
-Chao, hablamos más tarde.
-Adiós bella, seguro,
seguro…
El
hombre se pone de pie, camina lentamente hasta la puerta de la tienda, mira al
interior y ve que su esposa sigue distraída mirando y probándose distintas
ropas. Se devuelve hasta la banca y sigue mirando la concurrencia,
Señor,
le llama una chica con aspecto de estudiante universitaria. El vuelve la
mirada para el lado desde donde le habla la chica,
-Si
dime, le responde.
-Sabe
por dónde está la salida a la avenida CuernavacaɁ
-si
claro, mira, ve derecho por el pasillo de la izquierda, cuando llegues a la
pizzería Popo, cruza a la derecha, desde allí ya ves el aviso de salida.
-Gracias.
La
chica se queda mirándole y él le dice,
-De
nada; algo más?
-Pues
sí, pero es que me da pena.
-No
te preocupes, dime.
-Es
que descomplete lo del transporte porque me antoje de un helado; tú me puedes
prestar veinte mil pesos?
-Te
los puedo prestar, pero como me los podrás pagar si no nos conocemos, dice el
hombre con descarado coqueteo.
-
Pues te doy mi número, me llamas y nos vemos, mañana por ejemplo, y te los
pago, responde la chica con una gran sonrisa.
-
Y como sé que me das el numero verdadero.
-Mira,
anótalo y márcame ahora, veras que sí.
El
hombre anota el número en su aparato y llama; efectivamente el teléfono de la
chica suena.
-Si
ves, le dice ella, mirándolo a los ojos.
-Está
bien, le dice el hombre emocionado, pensado que es su día de suerte; saca la
billetera y le pasa un billete de treinta mil, se lo entrega diciéndole,
-Guarda
el resto y mañana me pagas, yo te llamo.
-Cómo
te llamas?
-Alejandra-
responde ella mientras se aleja sonriente.
Pasa
diez minutos y sale de la tienda la esposa, mira a su marido con el ceño
fruncido, la cara enrojecida y las manos crispadas; se acerca. La hija aún
sigue en la tienda.
-Que
tanto has comprado, mi amor?
-Nada
responde ella, no he venido a comprar ropa, he venido a comprobar que eres un
perro descarado.
Dice
la mujer propinándole de paso una tremenda bofetada.
-Pero
que te pasa, que he hecho? Dice el marido.
El
hombre está seguro que su mujer no ha visto nada desde la tienda, no es
posible, desde donde estaba no pudo, no se ve ni siquiera el apoyabrazos de la
banca, cuando él fue hasta la puerta de la tienda lo había comprobado.
-Como
que nada, so mentiroso.
La
mujer hace una señal a alguien que está detrás de la banca; pasados unos
segundos aparecen las tres mujeres.
-ahora
dime que no has hecho nada, descarado, mentiroso, infiel.
El
hombre palidece y se queda mudo.
-Lárgate
de aquí, le dice la mujer,
-
Ve a sacar tus cosas de la casa, espero que cuando llegue ya no estés.
El
hombre se pone de pie y se aleja. Cuando desaparece al dar vuelta a una
esquina, la mujer dice,
-Gracias
chicas, muy buena actuación-
Saca
de su bolso dinero y le da cien mil pesos a cada una.
-Que
qué compre, me pregunta el muy idiota, pues mi divorcio que va a ser,
chao mujeres, ya saben que si tienen que ir a declarar el juzgado, son doscientos mil para cada una.
Da
la vuelta y entra feliz otra vez a la tienda.
Carlo Malosso
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