La vida que llevaba durante los cinco últimos años,
consistía en estar acostado, borracho y drogado, sobre un sucio y
deshecho camino que bordeaba un bosque, en los extrarradios del
sector industrial de la ciudad capital, Marquetalia, lugar en el cual, como él,
se reunían muchos que apenas sobrevivían, con el único propósito de
seguir drogándose, hasta el día en que les llegara la muerte.
Él, sólo tenía un pensamiento: no vivir más y reunirse de nuevo con su
familia.
Encontrándose tirado en ese camino, como en otro cualquiera
de los días de aquellos últimos cinco años, fue atropellado por un vehículo que
no alcanzó a verlo. En ese preciso momento se encontró él mismo, a algunos
metros por encima del lugar del accidente mirando su cuerpo gravemente herido
que yacía en la carretera, mientras los
demás drogadictos y algunos curiosos lo rodeaban y miraban con poco interés.
Entonces, ante él, al final de un túnel, apareció su familia,
radiante de luminosidad y una feliz sonrisa en cada uno los rostro de los integrantes de su amada
familia, que hacia justo cinco años, había muerto
carbonizada, luego que la furgoneta en la que viajaban chocara con un camión
cargado con carburante: sus padres, su mujer y sus ocho hijos.
Se alejaba del lugar del accidente, donde alguien que le tomaba el pulso
negaba con la cabeza a los curiosos que rodeaban su cuerpo.
Avanzo por ese largo y luminoso túnel, al final del cual su familia, al
completo con los brazos abiertos, le esperaba.
En principio sus hijos y sus padres conservaban las características de
la edad que tenían en el momento fatídico de su muerte, pero a cada paso que da
hacia ellos, sus hijos crecen haciendo mayores y sus padres envejecen;
cuando llega a su lado, todos tienen la
edad de un anciano; en grupo se abalanzaron sobre él, lo abrazaron con
felicidad, no hablaban pero se comunican mentalmente, todos se expresan al tiempo y aun así pueden entenderlo todo y discernir
lo que cada uno le expresa.
Les contó la tristeza de los últimos cinco años y la
felicidad reunirse con ellos, lamento haber perdido a sus hijos siendo aún tan
niños y sus padres con tanta vida que vivir aun.
Al soltarse del abrazo, todos tenías una edad similar, lucían una
inmejorable juventud, se veían radiantes, sus ojos brillaban y daba
la impresión, que de sus cuerpos emanaba una energía que se convertía en una
fuente de múltiples y coloridas luces.
No explico a su padre, uno de los hijos, no morimos como tú piensas, todos morimos con
las edades con la que nos viste al abrazarte, adultos y viejos, después de
vivir una larga y feliz vida.
Yo los enterré a todos después del aterrador accidente que me sumió en
el sufrimiento más grande que he padecido durante los últimos cinco años.
No padre dijo otro de sus hijos, los primeros que fallecieron fueron mis
abuelos, con muchos años de edad y casi de muerte natural, después murió mi
madre muy anciana también, y los demás con las edades en la que nos viste antes
del abrazo. Todos tuvimos una vida feliz, fuimos unidos y nos amamos
toda la vida; el único motivo de pena que tuvimos fue la separación de ustedes;
tú, padre, te marchaste y no volviste nunca; supimos de tu muerte
cuando cumpliste setenta años.
No es posible, yo acabo de morir, y apenas tengo cincuenta y cinco años.
No respondieron todos; lo que ha sucedido en este instante es que acabas
de salido del purgatorio, siguió explicando a su padre, su esposa.
La experiencia que has tenido no fue terrenal, solo la forma en que
debiste purgar tus faltas, ya lo has hecho y ahora estamos otra vez
todos juntos, para continuar una nueva etapa de existencia…….
Karlo Passionatto.
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