Cuando
llegue al Bar “La Radio”, serían las once de la noche ya; estaban todos en una
gran mesa que habían organizado casi a la entrada del local, en el primer piso,
Diana, Margaret, buenota como siempre, Fred; creo que conocía a la mitad
de los que bebían ya, la primera botella de tequila, pero salude a todos como
si los conociera te tiempo atrás; cuando daba la vuelta a la mesa
para saludar, la vi y me atrajo en cuanto la vi, una mujer muy bella, alta, de
tez blanca y cabello negro, ella no me miro siquiera, estaba concentrada en un
chico joven tal vez de su misma edad que llevaba un sombrero
de ala corta de los que aún están de moda; me di cuenta, eso sí, que era tan
bajito o más que yo, cosa que me dio un poco de ánimo, no sé porque,
pues la mujer como digo no me miraba ni para escupirme; bien, termine la
ronda de saludos y Dianis que es una líder innata ya me esperaba con una copa
de tequila en la mano y la noticia de que debía veinte mil pesos de la
botella de tequila que nos estábamos tomando y la siguiente que ya venía
en camino, yo, pues listo mi Dianis, aquí están, mientras oigo una voz,,,
o dos voces conocidas, llega Jaime y Vane, y hola que tal y que tal por aquí y
que tal por allá y que ya que estamos todos que subamos porque acaban de
desocupar un ambiente arriba y así ya habiéndonos despachado la primera
botella, no porque que fuéramos alcohólicos sino que la mesa contaba con
unos quince buenos bebedores; nos subimos a la segunda planta y nos apropiamos
de una sala grande con unos cómodos sofás y balcón a la calle; Y dale a
beber; todos contra todos empezamos a bailar y a hablar que es lo que más
nos gusta; hablaba en un momento con una morena guapa, que bebía
más que yo; creo que ya íbamos por la cuarta botella; yo no había perdido de
vista a la mujer que me atrajo, pero ya era media noche y ningún indicio de que
se interesara por mí, o tan siquiera que pasara su mirada al menos a un metro
de distancia de donde yo estaba; de pronto y de reojo la vi pasar
cuando se dirigía desde el balcón hacia la puerta de salida del salón, al baño
pensé y efectivamente al baño, tardo poco, pero cuando regreso se acercó al
sofá donde yo hablaba con la morena, que también tenía sus virtudes, por
supuesto, la bella joven le hablo a la morena sin siquiera mirarme; me di
cuenta por la conversación que se conocían de larga data, yo callado, pero
los tragos que llevaba encima ya me había alejado algo de mi acostumbrada
timidez y le digo, que tal como estas pasando y me dice con una sonrisa,
muy bien y tu, y yo muy bien también, y animado por su atención me atreví a
más, me he fijado en ti desde que llegue, es que estas muy bella; casi me
meo de la emoción cuando me dice, tú, estas muy bello y yo siiiiiii, le
pregunto sorprendido y ella, siiiiii, también te vi llegar, entonces
le pregunto, para asegurar territorio, estas con tu novio y ella me dice
no, no es mi novio, hoy no vine con él, pero estoy con él y me señala al
enano del sombreo y yo aaaaaaaaaa, inmediatamente hace amago de irse y yo le
digo apresurado, hablamos más adelante y ella me sonríe, y no se me dice,
señalando con la mirada al sombrerudo y yo pues nada a asimilar el golpe, pero
que carajo a lo que vinimos a beber y bailar me dije y saque a bailar a la morena
y después a Vane y de pronto en medio del baile la mujer
joven y bella, estaba a mi lado, y yo, hola como vas y por el
volumen de la música ella no escucho bien y se me acerca para que repita la
pregunta, yo aprovecho y la cojo de la cintura y le repito la pregunta y ella
bien y tú me pregunta, con una sonrisota, sin alejar su cara de la
mía, y toma, aprovecho su cercanía le doy un beso y ese túuuuuuu se
convierte en eterno porque me mira a los ojos, que delicia, no se opuso pero se
soltó apresurada mirando al pequeñin del sombrero, para mirar si había
visto la escena, y creo que no, pero de todas formas se alejó hacia el dejando
un poco estirada la mano que yo le había tomado, apretó mi mano y
se largó; hasta el sol de hoy, nunca más la he vuelto a ver, pero ese beso lo
recuerdo como si lo acabara de disfrutar; ese beso, me regalo un
mini-instante que todavía disfruto; definitivamente, la vida está hecha
de pequeños placeres, como el de ese beso robado a la mujer
más de la noche bella.
Carlo
Malosso
Recordé
este relato hoy, porque las casualidades de la vida han hecho que nos
encontremos casi tres años después de la noche del beso; tomamos café, y
hablamos casi una hora, solo que el destino al menos para mí, es esquivo,
porque ha empezado a salir con uno de mis pocos grandes amigos.
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