Esa ligera blusa de seda se ladea con pérfida intención cada que le viene en gana, dejando al descubierto el elaborado encaje que en complicidad con ésta, se mueven a la izquierda dejando asomadas las faldas de ese volcán de hermosa palidez marmórea; yo no sé para donde mirar ni que hacer; me centro en principio en su coqueta mirada, que no pierde de vista la mía, después la fijo en su suave mano, pues sus dedos se han entretejido con los míos como dando a entender que le gusta que como le miro, pero acto seguido aprieta mi mano advirtiéndome que alguien se ha dado cuenta como miro su espléndida y bella teta, que se nota demasiado mi turbación, por eso, creo, la suelta con cierta brusquedad como diciendo, vasta; así, paso la noche, entre miradas a su teta y a sus ojos y a sus manos y pendiente que esa blusa me siga dando más oportunidades, mientras todos hablan infinidad de temas sordos, que no entiendo por exceso de vino o de emoción, hasta cuando ya más excedidos de vino y sueño, cada quien toma su camino; yo voy a estirarme en mi cama para intentar dormir, sin saber si estoy enamorado solo de esa hermosa teta o también de su deliciosa dueña.
Karlo Passionatto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario