Que lindos ojos
tienes, me gusta tú nariz, que labios…..esto es lo que frecuentemente se dicen
unos a otros para halagarse; pero hay un órgano que nunca inspira ningún tipo
de alabanza, piropo, halago o lisonja, porque es el más feo de los órganos
externos visibles jamás inventado, al contrario, sirve para que el pesado
de turno, te ponga, apodos, sobrenombres o remoquetes; por su causa, te pueden
llamar, Dumbo, parabólica, extraterrestre, oreja e´burro, jarrón, orejón,
conejo, Sr. Spock y otros más; Las orejas, no tienen diseño, son absolutamente
feas; si las hizo el creador seguro fue en el último momento, porque se nota
una total y descarada improvisación; hay orejas que se parecen a un caracol de
mar, otras a caracol de tierra, a antenas parabólicas, a platillos voladores, a
plasta de vaca, a bollos viejos de perro, a concha de ostras; tienen toda clase
de parecidos, pero ni uno solo que entrañe belleza; será por eso que las
mujeres y algunos hombres las disimulan desviando la atención hacia
accesorios como, pendientes, topos o aros, entre otros o cubriéndoselas con
largas melenas, en el peor de los casos; definitivamente no hay manera de
encontrarles ninguna gracia, por mucho que se la busques; los invito de todas
formas a que recorran las calles del mundo y encuentren unas orejas bonitas,
puede resultarles un paseo muy interesante pero estoy seguro que no
encontraran ni media digna de encomio; para empeorar las cosas además,
son de los pocos órganos del cuerpo que crecen y crecen hasta el último día de
nuestra vida, denotando su fea figura, cada vez más, con cada año que pasa; en
este caso el creador, pienso que, también que se equivocó, o estaba
trasnochado cuando lo decidió; disponer que algún órgano creciera durante
toda la vida, es acertado, sin embargo, en lo que no dio en el
clavo, fue en la elección del órganos que gozaría de esta ventaja, porque
seguro que no me equivoco si afirmo que a la mayoría de las mujeres, por
ejemplo, les gustaría que sus órganos crecientes, fuesen las tetas
y digo crecientes, no cayentes, y a muchos hombres seguro les interesaría que
el órgano que se acrecentara con los años, fuese el pene, así podrían, al
menos de mayores, deshacerse de su complejo de polla chiquita. En fin,
las pobres orejas son feas, crecen toda la vida y no hay solución; dejémoslas
pues que sigan su feo trasegar por este mundo, pero si les recomiendo, que
intenten no mirar las de su pareja, porque con solo mirárselas, seguro que se
les antojara, desenamorarse; pero si lo que quiere es eso, desenamorarse, pues
concentrarse en éstas, cada día que le ve, y vera como lo logra; y si no,
imagínese también a su pareja, cagando, es más o menos lo mismo.
Carlo
Malosso
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