Cada vez que traspaso la puerta de la
calle y doy el primer paso en mi apartamento, los veo a todos. Les
dedico, a cada uno, una rápida mirada; me detengo en algunos un poco más,
mientas, todos empiezan a hablarme al mismo tiempo. Uno que otro me grita
porque quiere que le escuche su historia antes que a los otros. Todos quieren
contarme sus historias, aun cuando a algunos ya se las he escuchado en
más de una ocasión. No obstante el atropello de historias, puedo escucharlas
todas al tiempo, algunas me gustan más que otras, debo confesarlo,
simplemente porque es mejor, o lo mejor, porque la manera de contarlas las
hacen más atractivas. Aquellos a quienes nunca, hasta ahora, les he dedicado la
suficiente atención para oírles en privado, podría decir, porque nunca he
podido o he preferido saber antes la de otros, me miran resentidos, con
expresión de reproche; entonces pienso, tienen razón, debería hacerlo,
sin embargo también me digo, si están aquí es porque me interesan y llegara el
día en que me siente a saber la suya en particular. Pero eso sí, los
conozco a todos, los conozco por sus nombres, y aunque no pueda repetir el de
todos de memoria, sé que están allí. Si alguna vez, recuerdo a alguno con
especial interés y no lo veo, me desespero, dejo lo que estoy haciendo y
me dedico a buscarlo sin descanso hasta encontrarlo, y cuando lo hago, lo tomo
en mis manos con alivio, lo pongo a mi lado durante algunos días, para
asegurarme de que es él, le dedico un poco más atención a su historia o a
parte de ella y después de un tiempo lo acompaño hasta el lugar donde lo
ubique la última vez. Todos son mi familia, mis amigos, mis
consejeros, son los que me toman por su cuenta y me acompañan y me
enseñan mundos distintos a dónde voy sin dar siquiera un solo, paso. Me
acompañan no solo con sus historias, me acompañan además con sus coloridas
presencias; unos son pequeños otros medianos o grandes, se ordenan sin
orden y así aportan su belleza estética como simples objetos decorativos,
que no lo son; Y aun, que el tiempo y el espacio escaseen, siempre
encuentro la manera de que otro, uno nuevo u otro que ya no lo es tanto,
venga a hacerme, más compañía.
Karlo Passionatto
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