miércoles, 10 de septiembre de 2014

EL PAPEL DE MIS AMIGOS

Cada vez que traspaso la puerta de la calle y doy el primer paso en  mi apartamento, los veo a todos. Les dedico, a cada uno, una rápida  mirada; me detengo en algunos un poco más, mientas, todos empiezan a hablarme al mismo tiempo. Uno que otro me grita porque quiere que le escuche su historia antes que a los otros. Todos quieren contarme sus historias, aun cuando a algunos ya se las he  escuchado en más de una ocasión. No obstante el atropello de historias, puedo escucharlas todas al tiempo, algunas  me gustan más que otras, debo confesarlo, simplemente porque es mejor, o lo mejor, porque la manera de contarlas las hacen más atractivas. Aquellos a quienes nunca, hasta ahora, les he dedicado la suficiente atención para oírles  en privado, podría decir, porque nunca he podido o he preferido saber antes la de otros, me miran resentidos, con expresión de reproche; entonces pienso, tienen razón, debería  hacerlo, sin embargo también me digo, si están aquí es porque me interesan y llegara el día en que me siente a  saber la suya en particular. Pero eso sí, los conozco a todos, los conozco por sus nombres, y aunque no pueda repetir el de todos de memoria, sé que están allí.  Si alguna vez, recuerdo a alguno con especial interés  y no lo veo, me desespero, dejo lo que estoy haciendo y me dedico a buscarlo sin descanso hasta encontrarlo, y cuando lo hago, lo tomo en mis manos con alivio, lo pongo  a mi lado durante algunos días, para asegurarme de que es él, le dedico un poco más  atención a su historia o a parte de ella y  después de un tiempo lo acompaño hasta el lugar donde lo ubique  la última vez. Todos son  mi familia, mis amigos, mis consejeros, son los que me toman por su cuenta  y me acompañan y me enseñan  mundos distintos a dónde voy sin dar siquiera un solo, paso. Me acompañan no solo con sus historias, me acompañan además con sus coloridas presencias; unos son pequeños otros medianos o grandes, se ordenan sin orden  y así aportan su belleza estética como simples objetos decorativos, que no lo son;  Y aun, que  el tiempo y el espacio escaseen, siempre encuentro la manera de que otro, uno nuevo u otro que ya no lo es tanto,  venga a hacerme, más compañía.

Karlo Passionatto

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